Una ilustración que nos aporta la Biblia es la unión de un hombre y una mujer en el matrimonio. En Efesios 5, Pablo retrata a Cristo en su papel de esposo y a la Iglesia en su papel de esposa. Concluye diciendo: «Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la Iglesia» (Ef. 5:32).
¿Qué clase de unión existe dentro de un matrimonio? Evidentemente, se trata de una unión de amor, que conlleva una armonía de mentes, almas y voluntades. En el plano humano no siempre somos conscientes de esto como deberíamos serlo. Sin embargo, este es el ideal; y está apuntando de manera muy natural a nuestra relación con Cristo, donde crecientemente se nos hace posible obedecer el gran mandamiento de Cristo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mt. 22:37, una referencia a Dt. 6:5).
Es posible, sin embargo, concebir una unión de mentes, corazones y almas fuera del matrimonio. Lo que hace al matrimonio singular es el nuevo conjunto de relaciones legales y sociales que crea.
Después del casamiento, el nombre de la mujer, en algunos países, cambia. Entra a la iglesia como María Tower. Se casa con Jim Schultz y deja la iglesia como la señora Schultz. María ha sido identificada con su marido por medio de la ceremonia de casamiento. De manera similar, el nombre del creyente cambia de señorita Pecadora a señora Cristiana cuando se identifica con el Señor Jesús. Junto con el cambio del nombre hay también cambios legales. Cualquier compra que se haga es para los dos, y cualquier venta tiene que contar con la aprobación de los dos.
Por medio de nuestra unión con Él, Cristo se convierte en el esposo de la Iglesia, quien paga la pena en que habíamos incurrido por causa de nuestro pecado.
Por último, hay cambios psicológicos y sociales. María sabe que ahora es una mujer casada y ya no puede vivir como si fuera soltera. Confía en adaptarse a su marido y a partir de este momento considerará a los demás hombres de manera diferente. Es posible que hasta se encuentre con compañías nuevas, con nuevos amigos y metas nuevas para su vida debido a su nueva relación. De manera semejante, cuando estamos unidos a Cristo nuestras antiguas relaciones cambian y Cristo se convierte en el centro de nuestras vidas y de nuestra existencia.
Lecturas:
domingo, 18 de agosto Juan 6:56
lunes, 19 de agosto Efesios 2:6
martes, 20 de agosto 1 Corintios 10:4
miércoles, 21 de agosto Gálatas 2:20
jueves, 22 de agosto Romanos 6:3
viernes, 23 de agosto Romanos 6:4-5
sábado, 24 de agosto Romanos 6:6
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