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Ver con claridad.

Foto del escritor: Igl. Presbiteriana WestminsterIgl. Presbiteriana Westminster


“Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.”

Lucas 13:33

Yo creo, por experiencia, que de nuestros cinco sentidos el que más cuidamos es la vista. Éste parece ser el sentido más utilizado y de todos es considerado el más importante. De ella dependemos para la mayor parte de nuestras actividades diarias. Es así que, hasta en el refranero popular con relación a este sentido vemos frases como: “Una imagen vale más que mil palabras” y “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero en muchas ocasiones también podemos encontrar que la vista es engañosa. Por lo que, siempre debemos ser cuidadosos, responsables y estar seguros de ver las cosas correctamente y en su contexto para evitar errores y no terminar justificando nuestras faltas con eso de que todo es “según el cristal con que se mire”. Así que no basta sólo con ver; sino en ver con claridad.

En el pasaje frente a nosotros vemos a Jesús, quien con su vista clara en lo que tenía que hacer y en su misión, va en su camino rumbo a Jerusalén, va de camino a la cruz. Mientras tanto, ha ido enseñando, sanando y hasta expulsando demonios. Cosa que no era bien vista por todos, en especial por los líderes religiosos de Israel. Y estando en Galilea, unos fariseos, le advierten a Jesús que se fuera de allí pues Herodes quería matarlo; actos en los que vemos reflejado el propósito de cada cual, eliminar a Jesús; salir de Él antes que, según ellos, se convierta en un gran problema. Pues, aunque el anuncio podía venir de fariseos con buenas intenciones, en el fondo su interés general era el que Jesús se desviara y fuera a lugares en donde ellos tenían más influencias y autoridad para acallarlo y controlarlo. Tanto Herodes como los fariseos tenían su vista puesta en ellos mismos, en sus propósitos y confiaron en sus tretas y artimañas para lograr su cometido. A lo que Jesús les contesta de manera no muy amistosa que digamos. Y prácticamente les responde: Ustedes tendrán sus propósitos y confiarán en sus planes; si es así, no están viendo las cosas claras. Porque por encima de sus planes y por encima de sus propósitos hay uno mucho más importante y es el plan de Dios. El que se va a cumplir ni antes ni después, sino en el momento justo e indicado. Por lo tanto, voy a seguir lo que estoy haciendo.

Hay otro dicho que dice: “el hombre propone y Dios dispone”, muchas veces pensamos lo contrario. ¿Eres consciente de eso? ¿Te esfuerzas y te empeñas en hacer siempre tu voluntad? O ¿Confías y buscas cumplir la voluntad de Dios para tu vida? El propósito y el plan de Dios nunca será frustrado y a fin de cuentas es el único que se cumplirá. Para reconocerlo y seguirlo hay que, como Jesús, tener la vista clara y obedecer siempre a Dios por encima de los hombres. Debemos siempre mirar y apuntar a nuestro blanco de perfección. Pídale al Señor que lo guíe y así podrá tener la certeza de que hace lo correcto. Para ello siempre debe ver con claridad.


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