La persona que vive la virtud de la prudencia se distingue porque en su trabajo y en sus relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia interiormente de acuerdo con los criterios rectos y verdaderos. Luego, analiza las consecuencias buenas o malas para sí misma y para los demás. Por último, antes de tomar una decisión, actúa o deja de actuar, de acuerdo con aquello que haya decidido. La virtud de la prudencia nos permite reflexionar adecuadamente antes de tomar cualquier decisión. Para decidir, es necesario reflexionar con calma para ver lo bueno o lo malo de esa decisión. Se trata de analizar las consecuencias. La virtud de la prudencia es la que nos educa para reflexionar bien y así, decidir bien. Bien dicen que la prudencia es la "madre de todas las virtudes". Sin una buena reflexión no habrá buenas decisiones. Si se reflexiona con superficialidad o equivocadamente, nada realmente de provecho se logrará en la vida. Si no se reflexiona bien, el pecado entrará en tu vida, pues decidirás libremente seguirlo ya que no descubres la maldad que hay detrás de él. Quedarás engañado y esclavizado.
Lecturas:
domingo, 16 de octubre Lucas 16:1-13
lunes, 17 de octubre Mateo 24:45-46
martes, 18 de octubre Mateo 25:21
miércoles, 19 de octubre Génesis 41:33
jueves, 20 de octubre Deuteronomio 4:6
viernes, 21 de octubre Romanos 16:19
sábado, 22 de octubre Santiago 3:13
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