“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Evangelio según Lucas 11:1-2
Un rabino judío narró, en cierta ocasión, la siguiente historia: Un hombre se encontraba perdido en un bosque, desde hacía varios días. Finalmente, divisó en la distancia a otro hombre que se acercaba a él. Su corazón palpitó de emoción, y se dijo a sí mismo: Ahora, por fin voy a encontrar la manera de salir de este bosque. Cuando se encontraron frente a frente, le explicó al otro hombre que llevaba perdido un buen tiempo y le preguntó si, por favor, podía ayudarle a salir de allí. Entonces, el otro le contestó: “Yo llevo también varios días perdido y tampoco sé cómo salir de aquí. Lo que sí puedo decirle con absoluta certeza es que el camino por dónde he venido caminando no nos va a sacar de aquí”.
Pienso que en esta historia podemos encontrar muchas semejanzas con respecto a un muy importante asunto. En medio de un bosque, como aquél que se describe en esta historia, es preciso encontrar un camino para poder salir de allí. A falta de un camino probado y conocido, las únicas opciones son, buscar otras rutas distintas a las ya experimentadas. Pero, ¿cuán distinto sería si la persona que viene a nuestro encuentro es alguien que ya conoce el camino para salir del bosque?
En el Sermón del monte, Jesús ofreció instrucciones sobre varios aspectos de la vida. Uno de ellos fue sobre la práctica de la oración. Resulta interesante que no dejó a la libre elección de sus seguidores la importantísima práctica de la oración. Muy al contrario, dejó una norma para que nos sirviera de guía a la hora de practicar este medio de gracia, que es la oración. Esta norma es conocida como el Padre nuestro, la cual se requiere ser conocida y aprendida. Cabe aclarar, sin embargo, que no basta con recitar la llamada oración modelo. Dado que es una norma, regla o guía, debe servirnos para enseñarnos la manera correcta de orar. Sí, porque hay una sola manera correcta de orar: La que Jesús enseñó. ¡Que Dios nos ayude a orar correctamente!
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