“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.
Evangelio según San Juan 16:13
Cuando hablamos de “misterio” lo primero que puede venir a nuestra mente es el género por el cual se clasifican las películas que su trama gira en torno a la solución de un problema o un crimen. Son este tipo de películas que utilizan el suspenso como técnica para mantenernos interesados y metidos en la historia mientras se van desarrollando interesantes e inesperados sucesos que al final nos llevan a una conclusión exitosa; donde todo queda aclarado y resuelto. Con esto como ejemplo, podemos llegar a la conclusión que un misterio es un hecho o cosa cuya naturaleza, causa, origen o razón de ser, no tiene explicación o no se pude entender. Es algo que podemos categorizar como secreto o reservado hasta que sale a la luz toda la verdad. Es ahí cuando el misterio desaparece.
Con respecto a la fe, cuando hablamos de misterio, nos referimos a las verdades necesarias para la salvación. Verdades necesarias que deben ser conocidas, pues son parte del plan de salvación de Dios. Como nosotros, por nuestra cuenta, no podemos conocer ni comprender a Dios, estos misterios de fe nos revelan las verdades que Dios mismo ha querido dar a conocer, de manera que, el ser humano las pueda entender por lo menos de manera parcial. Uno de los misterios de la fe es la Trinidad. Ésta doctrina nos presenta que Dios se define en esencia y persona. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas distintas, pero estas tres, son un solo Dios. Salirse de esa afirmación, pensar o sostener algo distinto como: que son tres dioses, o que estas tres personas son modos distintos de un mismo ser, o que sólo el Padre es verdadero Dios, o que el Espíritu Santo no es una persona, entre otras, es caer en un error peligroso y gravísimo. Es por lo que debemos fortalecer nuestra relación con Dios orando, leyendo, reflexionando y escudriñando las Escrituras para no caer en herejías
Para muchos el misterio de la Trinidad puede ser difícil de entender, asimilar y aceptar. Gracias a Dios que nos ha dejado su Espíritu Santo que nos guía en toda verdad. Ésa es Su labor. Sólo Él nos da el entendimiento para comprenderlo pues esto es un misterio revelado al creyente.
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