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Un Acto Vale Más Que Mil Palabras



“Ésta siguiendo a Pablo y a nosotros daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.”


Libro de Hechos 16:17


Cumpliendo con la misión de y llevar el evangelio de salvación por todo el mundo, es decir, la proclamación del mensaje del amor redentor de Dios a través de su Hijo Jesucristo; Pablo ha emprendido un segundo viaje misionero. Acompañado por Silas y otros discípulos llegan hasta Filipos. Y en esta narración del capítulo 16 del libro de los Hechos, podemos observar cómo la conducta o el comportamiento de varios personajes nos hablan quién realmente es cada uno de ellos, a quien sirven y más aún, qué tienen en lo más profundo de su corazón.

En primer lugar, nos encontramos con una muchacha poseída por un espíritu de adivinación y sus amos. Éstos se lucraban económicamente de su esclava. Y vemos por su comportamiento, que cada cual actúa para su beneficio según sus propios intereses. La joven, obviamente, se comporta como si realmente fiera una intermediaria entre las fuerzas divinas y los hombres; diciendo medias verdades, gritando y molestando personas, respondiendo al espíritu que la posee. Por otro lado, sus amos responden a la avaricia y a la fortuna, ya que al parecer lo único que les importa es su bienestar y la ganancia económica que les genera su esclava. Pues al ser liberada la chica de ese espíritu inmundo, sus dueños, a base de mentiras y engaños, comportándose de manera deshonesta, acusan a Pablo y a Silas a tal punto que son castigados, azotados y encarcelados.

Por otro lado, tenemos a Pablo y a Silas. Hombres de Dios que, obedeciendo su mandato, proclaman y presentan a Cristo; no sólo de palabras, sino también de hechos, comportándose como lo que son. Discípulos de Cristo que, para validar su mensaje, expulsan demonios en Su nombre. Hombres fieles que, aun cuando son azotados y encarcelados injustamente; sin quejas, siguen proclamando, glorificando y alabando el nombre del Señor. Varones obedientes que, aún cuando por la obra de Dios, tienen la oportunidad de escapar de la prisión, permanecen en ella, pues era lo que debían hacer, demostrando así su plena confianza en el Dios Todopoderoso. Por último, tenemos al carcelero, que tras la conducta de Pablo y Silas en prisión, desea conocer a Jesús. Y al recibirlo en su vida, inmediatamente les sirve, demostrando así, la transformación en su vida y el cambio en su ser tras haber nacido de nuevo.

Si eres cristiano, como dice en una pegatina para automóviles; que se te note. Un acto vale más que mil palabras.

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