“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”.
Evangelio según Mateo 1:20
Seguramente, usted debe estar vinculando el título de este editorial con el coro de un muy conocido himno. Sí, se trata del himno: ¡Firmes, y Adelante! Resulta que en una de sus traducciones al español, las últimas líneas del coro leen justamente así: “Sin temor alguno, que Jesús nos ve”.
¿Sabía usted que este himno, compuesto por Sabine Baring-Gould, se escribió originalmente como acompañamiento de una marcha para niños? Como parte de la celebración de algunos países europeos, se solía llevar a cabo una marcha el lunes más inmediato al Día de Pentecostés. Este día se conocía como “Whit Monday”, y se organizaba un desfile para los niños, en el cual cantaban y llevaban consigo los símbolos de la cruz y otros estandartes; representando un ejército que marcha a la batalla, inspirado y lleno de valentía.
Pensaba en esas líneas del himno, cuando examinaba el texto de Mateo que nos acompaña en el día de hoy. Allí, descubro que el mensaje inicial del ángel del Señor, cuando se le aparece a José es: “No temas recibir a María tu mujer”. Descubrí, también, que la exhortación a no tener temor es típica de las apariciones angelicales. Así sucedió con Elisabet, con María y con los pastores; sólo por mencionar algunos casos. Por otro lado, ya había compartido con ustedes que la exhortación divina que más se repite en todas las Sagradas Escrituras es: “No temas”. Se dice que aparece en más de 350 ocasiones.
Ahora bien, en el caso de José, la exhortación se reviste de una carga mayor, toda vez que no sólo recibe la poco inusual visita de un ser angelical, sino también por el propio contenido del mensaje. ¿Y cuál era éste? “No temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”. Definitivamente, lo que Dios le pide a José requería una gran porción de confianza en la voz de Dios. Pienso que el ejemplo de José sirve para ilustrar el nivel de confianza en Dios, que Él requiere de su Iglesia. ¡Que Dios nos ayude a caminar siempre, sin temor alguno!
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