Alguien explicó la gracia inmerecida de Dios de la siguiente manera: “Después de siglos de manejo y del mal manejo, la mayoría de las palabras religiosas están tan trilladas que ya nadie se interesa por ellas. Pero por alguna razón no sucede así con la palabra “gracia”. De forma misteriosa aun derivados de ella, tales como: grato y agraciado, conservan todavía algo de su encanto.
La gracia es algo que uno nunca puede obtener a menos que le sea dada. No hay manera alguna de ganarla, ni de merecerla, ni de que se produzca, como tampoco uno puede merecer el sabor de las frambuesas con crema, o ganarse una buena apariencia física, o venir por voluntad propia al mundo.
Lo fundamental de la fe cristiana es la afirmación de que somos salvos por gracia. No hay nada que tengamos que hacer o podamos hacer. Sólo creer y recibir por fe lo que Cristo hizo.
Hay sólo una condición. Cómo sucede con cualquier regalo, el de la gracia solamente puede ser suyo si usted extiende su mano y lo toma. De seguro que, el poder extender la mano y tomarlo sea también un regalo’.
Lecturas:
domingo, 27 de agosto 1 Corintios 15:10
lunes, 28 de agosto Romanos 3:23-24
martes, 29 de agosto Efesios 2:4-5
miércoles, 30 de agosto Romanos 6:15
jueves, 31 de agosto Romanos 5:15
viernes, 1ro de septiembre Efesios 2:8-9
sábado, 2 de septiembre Juan 3:16