“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías, y Él te daría agua viva.”
Evangelio según San Juan 4:10
La expresión, Pica y Se Extiende, como tantas otras que utilizamos, viene del argot del deporte. En particular, nos viene del béisbol. La misma se refiere al momento en el que un batazo bien conectado cae en el terreno y se prolonga hasta la verja. Usualmente implica que el corredor o los corredores que están en base van a avanzar con facilidad.
La forma en la que esta expresión se ha acuñado en nuestro vocabulario, alude a que una conversación o un asunto nos va a tomar un tiempo considerable. Así, cuando nos damos cuenta de que vamos a necesitar mucho tiempo para despachar determinado asunto, solemos decir: Esto pica y se extiende.
Algo similar sucedió en el encuentro de Jesús con una mujer procedente de la región de Samaria. Lo que parecía ser una ocasión ordinaria, eventualmente se convirtió en una de las conversaciones más extensas, reveladoras e impactantes registradas en los evangelios. Lo que comenzó como una oportunidad para demostrar generosidad a un extraño, generó en la satisfacción más plena con la que aquella mujer jamás había soñado. Lo que se inició como una conversación sobre temas tan cotidianos como la ingesta de agua, llegó a convertirse en un relato tan conmovedor que transformó no sólo la vida de aquella mujer, sino también la de muchos coterráneos suyos. Definitivamente, podemos decir que aquel encuentro picó y se extendió, tanto que ha llegado hasta donde nosotros y hasta donde tantos en todas las culturas y generaciones. Nuestro deseo es que pique y se siga extendiendo.
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