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Foto del escritorIgl. Presbiteriana Westminster

Pecado Imperdonable


  

 

 

“De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.”

 

Evangelio según San Marcos 3:28-29

 

     Vivimos en un mundo dónde vemos y hacemos las cosas como mejor nos convenga. Nos creemos que somos el centro del universo y que todo debe girar alrededor nuestro. Es por lo que, en lugar de amoldarnos a las realidades y a las verdades absolutas de la vida, hemos querido tergiversar las cosas de modo que todo cuanto existe se amolde a nosotros. Y esto, a tal punto que, queremos hacer lo mismo con Dios y su voluntad. Queremos transformar al Dios verdadero; al de la Biblia, y resaltar de Él sólo lo que nos gusta o nos conviene. Resaltamos el amor de Dios por sobre sus demás atributos y hasta lo hemos convertido en la cualidad única de Dios. “Dios es amor” decimos, y con ello justificamos todas nuestras malas acciones afirmando que Dios todo lo perdona porque Él nos ama. ¿Será cierto eso? ¿Habrá algo que Dios no pueda perdonar? ¿Existirá algún pecado imperdonable?

     Dice la Escritura que sí; citando a Jesús, nos dice: “…cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno”. ¿Qué quiere decir esto? La blasfemia se define como “irreverencia desafiante” y se aplica a pecados como maldecir a Dios o a decir cosas intencionalmente degradantes relacionadas con Él. Es también atribuir algún mal a Dios, o negarle algún bien que deberíamos atribuirle. En este caso particular hace referencia al Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien obra en Jesús, y los fariseos de la época, habiendo sido testigos de pruebas irrefutables de que Jesús estaba obrando milagros con el poder del Espíritu Santo, afirmaron en cambio que el Señor estaba poseído por un demonio. Si alguien debió haber reconocido a Jesús por lo que era, eran los fariseos. Sin embargo, eligieron el desprecio y atribuyeron su obra intencionalmente al diablo. Por lo que Jesús dijo que esta acción de los fariseos, este pecado, no será perdonado nunca; ni ahora, ni en la eternidad.

     Dice la Biblia que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo (1 Cor. 12:3). Por lo tanto, el pecado imperdonable hoy día es el estado de continua incredulidad. El Espíritu Santo es quien da testimonio de Jesús, y actualmente convence de pecado, justicia y juicio a quienes no son salvos. Es el mismo Espíritu de Dios quien nos transforma, nos hace nacer de nuevo y nos prepara el corazón para creer y recibir las grandes verdades de Dios, junto al gran regalo de la vida eterna. Sin el Espíritu Santo en tu vida no puedes, por naturaleza, aceptar esta gran verdad, y en rebeldía a Dios resistes esa convicción, permaneces sin arrepentirte y voluntariamente blasfemas al Espíritu. No hay perdón, ni en este siglo ni en el venidero, para quien rechaza el llamado del Espíritu para confiar en Jesucristo, por lo que, muere en la incredulidad.

 

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