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Pasión por las almas.



Un ejemplo de ello es William Booth, el fundador del Ejército de Salvación. El lema de Booth era: “Ve por las almas y busca a las peores”. Con una oratoria apasionada y una fe militante marchó al son de trompetas y tambores a los peores barrios de las ciudades de Inglaterra buscando a los alcohólicos, las prostitutas, los oprimidos, los pisoteados, los empobrecidos. Todos ellos encontraron esperanza bajo la bandera del Ejército de Salvación.

La Inglaterra victoriana de 1865 era la nación más rica y poderosa de la tierra. Con todo, Londres tenía los más increíbles barrios bajos que nos podemos imaginar. El llamado Este de Londres era un laberinto de pobreza, miseria, corrupción, alcoholismo y prostitución. Las aguas sucias y las ratas se veían por todas partes. Las enfermedades y la muerte eran horriblemente familiares. El cólera les había invadido tres veces desde 1832.

Muchas fábricas inglesas trataban a sus empleados como esclavos. En un caso investigado por el Ejército de Salvación, una madre y sus dos hijos de nueve años trabajaban jornadas de dieciséis horas para poder llevar a casa salarios de miseria. Trabajaban sin pausa y tomaban su ración de pan mientras trabajaban.

El tráfico de prostitutas era muy lucrativo. La parte más lucrativa provenía de las vírgenes, de las llamadas “fresh girls”. El anzuelo más común era anunciar en los periódicos que se necesitaban chicas jóvenes para trabajo doméstico en la ciudad. Cuando las chicas aparecían buscando el empleo las raptaban, las violaban y las mantenían prisioneras en los burdeles.

Esas condiciones tan viles convencieron a Booth de que Dios quería que él trabajara con estas personas. De manera que durante 47 años fue por las almas y fue a buscar las peores. A menudo fue insultado, amenazado y apedreado por su servicio cristiano; pero nada le frenó en su ministerio de ir a hablarles de Cristo a los llamados “peores” de las ciudades.

William Booth escribió: “La ambición de algunos hombres es el arte; la de otros la fama; la de otros el oro. Mi ambición es las almas de los hombres” (1 Corintios 9:22).


Lecturas:

domingo, 19 de septiembre Lucas 15:1-7

lunes, 20 de septiembre Lucas 5:32

martes, 21 de septiembre Marcos 2:16-17

miércoles, 22 de septiembre Lucas 19:9-10

jueves, 23 de septiembre 1 Corintios 9:22-23

viernes, 24 de septiembre Mateo 18:11

sábado, 25 de septiembre 1 Timoteo 1:15

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