top of page

¿Para Mí Solito?



“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.”


Evangelio según San Juan 14:15,16

Hace unos años, un médico enseñó un curso, patrocinado por la Cruz Roja, sobre técnicas de asistencia médica en situaciones de emergencias. Participaron en el curso un buen número de damas de la comunidad. Una tarde ocurrió un serio accidente enfrente de la casa de una de las participantes. Al día siguiente, la señora le contaba al doctor cuán agradecida se había sentido en medio de la emergencia, gracias al curso de la Cruz Roja. La señora contaba: “Fue horrible. Había sangre por el suelo, cuerpos heridos y huesos rotos. Pero, ¡qué contenta estaba por el conocimiento aprendido!” El médico le preguntó: “¿Pudo poner en práctica algunas de las técnicas que les enseñamos?” La mujer le contestó: “Desde luego que sí. Puse mi cabeza entre las piernas, respiré profundamente, y nunca sentí que fuera a perder el conocimiento”.

¿No les parece increíble? Así es. Uno se puede preguntar, ¿cómo es posible que una persona pueda aplicar los conocimientos aprendidos de una manera tan egoísta? ¿A caso no se supone que la capacitación recibida fuese para ayudar a salvar las vidas de otras personas? Evidentemente, con ese fin se ofrece este tipo de capacitación. Sin embargo, aquella señora aplicó sus conocimientos para ella solita.

El pasaje comprendido por los versos de Juan 14:15-21 sirve para ayudarnos a entender que el caminar cristiano no debe distinguirse por un esfuerzo por alcanzar nuestras aspiraciones personales. Sí, es cierto que Jesús prometió que todo lo que pidiéremos al Padre, en su nombre, Él lo haría. Pero, la promesa del envío del Espíritu Santo o el Consolador no tiene como fin concedernos, de manera individual, las herramientas para conseguir lo que queremos. Si nos fijamos bien, Jesús se dirige a sus seguidores aquí, en plural. Además, Él presenta la promesa del Consolador junto con el mandamiento del amor en comunidad. Por lo tanto, podemos concluir que las dádivas de Dios no son para uso personal y exclusivo de ningún creyente. Definitivamente, puedes decir que lo que Dios me da no es para mí solito.



7 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page