Cada persona tiene varios nombres. Aquél que reciben al nacer, el que consiguen por sí mismos por la manera en que viven y por lo que hacen, y el otro, que adoptan como suyo propio. Cuando una mujer contrae matrimonio acepta y recibe para sí el nombre del esposo. Y cuando nosotros nos entregamos a Cristo lo hacemos nuestro nombre, y por eso nos llamamos cristianos. Lo mismo que los padres y los esposos esperan que se honre su nombre, Cristo también espera que honremos el suyo llevándolo con dignidad en todo momento y lugar.
Lecturas:
domingo, 19 de diciembre Lucas 2:8-20
lunes, 20 de diciembre Apocalipsis 1:8
martes, 21 de diciembre Lucas 9:20
miércoles, 22 de diciembre 1 Juan 2:1
jueves, 23 de diciembre Hebreos 3:1
viernes, 24 de diciembre 1 Timoteo 6:14-15
sábado, 25 de diciembre Isaías 9:6
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