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No Son Peras Al Olmo




“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.”

Evangelio según San Mateo 5:14-15

¿Ha escuchado usted la expresión que dice: “No se le pueden pedir peras al olmo”? Seguramente, así es. Esta expresión representa la imposibilidad que implica esperar que un árbol de determinado género, produzca frutos que no está en su naturaleza generar. Resultaría ilógico esperar tales resultados, pues están en contra toda posibilidad natural.

Estuve pensando en esto mientras examinaba el texto del capítulo cinco del evangelio según san Mateo, versículos trece al veinte. Y es que para el ser humano, en su estado puramente natural, representaría una verdadera imposibilidad pretender que fuese capaz de producir lo que el Maestro coloca como un principio fundamental: Ser sal de la tierra y luz del mundo, y ser capaz de cumplir con los mandamientos de la ley de Dios con mayor justicia que la de los escribas y fariseos.

Para el ser humano en su estado natural, ciertamente resultaría imposible. Sería algo así como pedirle peras al olmo. Pero, para el creyente en Jesucristo no sería imposible. ¿Por qué razón? Porque esta persona, a raíz de su regeneración en Cristo, ha sido convertida en una nueva criatura. Y esta nueva criatura ha recibido de Dios una mente, un corazón y una voluntad renovados por Él mismo. Entonces, todo lo que el Maestro dice que somos, podemos serlo y debemos serlo. Así, la tierra será preservada, el mundo será iluminado y la ley de Dios comenzará a ser apreciada como lo que es, una guía para mostrar obediencia y pertenencia a Dios. Así que, No son peras al olmo.

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