En cierta ocasión, un hombre de negocios llega a su oficina con una caja de ricas donas azucaradas y tomándose un buen vaso de refresco. Al llegar allí, su compañero de trabajo lo ve y le pregunta: ¿No se supone que habías dejado de consumir azúcar pues, te había dicho el médico que, era perjudicial para tu salud?
-Te voy a contar-, le dice el hombre. -Dios sabe más que el médico, y esta mañana me levanté con ganas de unas ricas donas de azúcar. Por lo que, le planteé: “Señor, tengo ganas de saborear unas ricas donas azucaradas; y tú sabes que el médico me ha dicho que son perjudiciales para mi salud por lo que me las ha prohibido. Pero, como Tú eres más poderoso que el médico y sabes mucho más que él, si es tu deseo y tu voluntad que no me coma esas donas, te pido que cuando pase frente a la panadería no haya ni un estacionamiento libre”.
-Y así lo hice. -dijo el hombre.
-¡Wao! -exclamó el compañero-. ¡Tremendo! ¡Qué bueno es Dios! Entonces, ¿encontraste el estacionamiento libre?
-Si, -respondió el hombre-. Lo encontré sin ningún auto luego de pasar por séptima vez.
Lecturas:
domingo, 28 de octubre Mateo 22:17-18
lunes, 30 de octubre Deuteronomio 6:16
martes, 31 de octubre Mateo 4:7
miércoles, 1ro de noviembre 1 Corintios 10:9
jueves, 2 de noviembre Santiago 1:13
viernes, 3 de noviembre Éxodo 17:7
sábado, 4 de noviembre Hebreos 4:15
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