
Sucedió una tragedia que pudo haber sido evitada, en la piscina de un bloque de apartamentos en la ciudad de Houston, Texas. Dos niñitos de quince meses, que ya caminaban bastante, cayeron a la piscina y unos hombres que estaban allí cerca ni se movieron para evitar que se ahogaran. Cuando las autoridades les preguntaron no supieron explicar por qué no intentaron salvar las vidas de los dos niños ahogados.
Es muy fácil sentir indignación por la conducta de aquellos hombres, pero nosotros también a veces hemos preferido pasar de largo ante aquellos que se enfrentaban a grandes peligros y tragedias, especialmente aquellos que se pierden sin Dios y sin esperanza.
¿Qué razón tenemos para no compartir a Cristo, hablando de las buenas noticias de salvación, con aquellos que mueren en sus pecados? Cantemos: “anhelo cada día trabajar, y esclavos del pecado libertar, conducirlos a Jesús, nuestro Guía, nuestra Luz, en la viña del Señor.” Digamos como Isaías: “Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).
Lecturas:
domingo, 23 de octubre Lucas 16:19-31
lunes, 24 de octubre Mateo 24:12
martes, 25 de octubre Lucas 7:44
miércoles, 26 de octubre Jeremías 6:10
jueves, 27 de octubre Mateo 13:15
viernes, 28 de octubre Zacarías 1:4
sábado, 29 de octubre 2 Timoteo 4:4
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