Después de salir de los campos de concentración nazis, en donde había pasado muchos años, Corrie Ten Boom se encontró cara a cara con uno de los más crueles guardianes alemanes que había conocido. Éste había humillado y degradado a ella y a su hermana. Se había burlado de ellas y las había violado con la vista cuando se duchaban en las duchas comunes. Ahora se hallaba delante de ella con la mano extendida y diciéndole:
-¿Me puede perdonar?
Ella escribe: “Yo estaba allí con mi corazón lleno de frialdad, pero sabía que la voluntad puede funcionar a pesar de la temperatura del corazón. Oré pidiendo a Cristo Jesús que me ayudara. Extendí mi mano para estrechar la que aquel hombre me ofrecía y entonces experimenté algo increíble. Una corriente que empezó en mi hombro corrió por el brazo abajo y se extendió por ambas manos enlazadas. Después esta cálida reconciliación pareció inundar todo mi ser, hasta el punto de hacerme llorar.”
-Le perdono, hermano -dije.
“Y lloré con todo mi corazón. Por un largo momento ambas manos quedaron estrechadas, las del antiguo guardián y la de la antigua prisionera. Nunca había experimentado el amor de Dios de una manera tan intensa como lo hice en aquel momento.”
Perdonar es poner en libertad a un prisionero y entonces descubres que el prisionero eras tú.
Lecturas
domingo, 27 de marzo Lucas 15:1-3;11b-32
lunes, 28 de marzo Efesios 4:32
martes, 29 de marzo Lucas 23:34
miércoles, 30 de marzo Lucas 6:37
jueves, 31 de marzo Mateo 18:21-22
viernes, 1ro de marzo Salmos 86:5
sábado, 2 de marzo Miqueas 7:18
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