“También le dijo: El día de reposo fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo”.
Evangelio según San Marcos 2:27-28
San Agustín escribió así, en cierta ocasión: “He leído los dichos de Platón y Cicerón, que por cierto son muy sabios y hermosos, pero nunca he leído en ninguno de ellos las palabras: Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo es haré descansar”.
Luego de las celebraciones del domingo de Pentecostés y del domingo de la Santa Trinidad, el leccionario común nos conduce hacia una larga estación que nos invita a considerar el ministerio público de Jesús, desde la perspectiva de una Iglesia que anhela vivir a la luz de las enseñanzas del Maestro. Para esto, volvemos al evangelio según Marcos, y allí nos encontramos a Jesús siendo cuestionado por los fariseos sobre la manera en que los discípulos observaban el día de reposo, y luego realizando un milagro justamente el día de reposo. Cabe destacar el hecho de que el asunto que mayor discordia generó entre Jesús y las autoridades religiosas de su época fue el día de reposo. Tal vez, se preguntará usted por qué razón sucedió esto. Veamos.
El cuarto mandamiento lee así, en su primera parte: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. El fundamento para el mismo es el hecho de que Dios creó todo lo que existe en seis días; separando uno para el Él y para el descanso de todos, aun de las bestias y la propia tierra. Sin embargo, el liderato religioso había legislado sobre este mandamiento, estableciendo toda clase de regulaciones específicas, y perdiendo así el corazón del mandamiento, que es Dios y su creación, y no el día en sí mismo. En el cierre de Marcos 2 e inicio de Marcos 3, Jesús se encarga de responder al ataque de los fariseos y de retar, incluso, su manera mezquina de legislar sobre la ley de Dios. Pero, sobre todo esto, Jesús se presenta a Sí mismo como el auténtico Legislador divino, que no sólo interpreta correctamente la ley de Dios sino que encarna el verdadero descanso. Él es nuestro reposo, por eso, hoy nos dice: Entra y Descansa.
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