Se dice que cuando sucedió el terremoto de San Francisco a principios de siglo, los técnicos quedaron sorprendidos y asombrados porque un movimiento sísmico de escasa potencia había ocasionado más ruinas y desastre de lo que cabía suponer.
Las investigaciones dieron al parecer como resultado que la razón de tan grande desastre no había estado tanto en el terremoto en sí, como en la calidad del cemento usado para construir algunos edificios. La mezcla era mala y no había podido aguantar la escasa fuerza del terremoto.
La Ley de Dios es la argamasa que permite que los hombres puedan mantenerse sólidamente unidos y la sociedad no se desmorone. Cuando queremos sustituir la Ley de Dios por otras cosas, la sociedad no se edifica ni permanece, sino que las sacudidas que recibe las lleva a derrumbarse.
Lecturas:
Domingo, 6 de junio Mateo 7:21-29
lunes, 7 de junio Salmos 62:1-2
martes, 8 de junio 1 Corintios 3:11
miércoles, 9 de junio Isaías 28:16
jueves, 10 de junio Efesios 2:18-20
viernes, 11 de junio Salmos 18:31
sábado, 12 de junio Hechos 4:11-12
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