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Dos clases de consejeros



Desde luego reconocemos que Jetro fue un buen consejero de Moisés, y que Moisés, como gobernante, procedió sabiamente al aceptar y poner en práctica los buenos consejos de Jetro. Jetro insistió en que Moisés pidiera la aprobación de Dios para poner en práctica sus consejos.

El caso de Roboam no es igual al anterior. Roboam tuvo problemas como gobernante. También tuvo buenos consejeros, les pidió su consejo, se lo dieron, no les hizo caso, los despreció, los consideró como consejeros malos. Tampoco pidió a Dios su consejo. Al no poner en práctica los buenos consejos de sus buenos consejeros se arruinó en lo personal. Así mismo, Roboam tuvo malos consejeros, les pidió su consejo, se lo dieron, a los consejeros los consideró buenos, aceptó como buenos esos consejos y los puso en práctica; pero no pidió a Dios su consejo, y se arruinó en lo personal. Lo peor es que arruinó al Reino de Israel: hizo que se dividiera. (1 Reyes 12).

Aunque hemos visto que en el mundo existen dos clases de consejeros: consejeros buenos y consejeros malos, podemos confiar siempre en el Consejero perfecto; Jesucristo. Él tiene la sabiduría verdadera, pues Él es la fuente de toda sabiduría. ¿Te dejas guiar por Él para todo en tu vida?


Lecturas:

domingo, 27 de noviembre Juan 6:68

lunes, 28 de noviembre Proverbios 19:21

martes, 29 de noviembre Santiago 1:5

miércoles, 30 de noviembre Salmos 16:7-8

jueves, 1ro de diciembre Salmos 33:10-11

viernes, 2 de diciembre Proverbios 4: 20-21

sábado, 3 de diciembre Isaías 25:1


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