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Victoria



En la última escena de la obra Masada se ven los emblemas y banderas romanos siendo instalados en la fortaleza en señal de posesión.

El lugarteniente de Flavio Silva le felicita por la victoria conseguida. La respuesta de Flavio Silva encierra una gran verdad que los hombres experimentan frecuentemente: “¿Victoria? Lo que hemos ganado es una roca en medio del desierto y cerca de un mar muerto”.

Este es el sabor amargo de muchas victorias humanas tan celebradas. Si la victoria va a tener valor verdadero y permanente, debe proporcionar un sentido digno de haber alcanzado una meta que ayude al hombre y a la humanidad a crecer. Flavio Silva quería vencer para someter a los judíos, complacer al emperador y salir él de Palestina. Pero todo lo que ganó fue una fortaleza y un pedazo de desierto que no significaban mucho.

Esta es la razón por la que muchos millonarios son infelices, muchos presidentes de compañías se sienten miserables y muchas celebridades se suicidan.

La victoria verdadera viene cuando el hombre está en paz con Dios, consigo mismo y con los demás. Podemos ganar, pero a menos que dicha victoria esté basada en las metas de paz antes relacionadas, es tan inútil y nula en mérito como la de Flavio Silva.


Lecturas:


domingo, 30 de julio Mateo 13:43

lunes, 31 de julio 1 Corintios 15:57

martes, 1ro de agosto Romanos 8:37

miércoles, 2 de agosto 1 Juan 5:4

jueves, 3 de agosto 2 Corintios 2:14

viernes, 4 de agosto Salmos 60:11-12

sábado, 5 de agosto Proverbios 21:31

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