Aquellos hebreos redimidos se comportaron como los gentiles, porque preguntaron: ¿Qué comeremos? ¿qué beberemos? (Mateo 6:25-34). Dios no los rescató de la esclavitud para matarlos de hambre en el desierto. Su verdadero problema era que todavía estaban dominados por el viejo apetito y necesitaban aprender a gozar el nuevo alimento que Dios les proveía. El maná era una figura de Cristo Jesús. El maná sólo sustentaba el cuerpo, pero Cristo sustenta todo el ser. Tenemos que alimentarnos de Él por medio de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es alimento completo para el ser interior del hombre. Es leche (1 Pedro 2:2), pan (Mateo 4:4), carne (1 Corintios 3:1-2; Hebreos 5: 11-14), y miel (Salmos 119:103). Alimentarnos con la Palabra de Dios producirá gozo en nuestros corazones (Jeremías 15:16), y hará que deseemos más alimento espiritual que el físico (Job 23:12; Lucas 10:38-42).
Lecturas:
domingo, 13 de agosto Mateo 14:19-20
lunes, 14 de agosto Mareo 4:4
martes, 15 de agosto Juan 6:33-35
miércoles, 16 de agosto Juan 6:48-49
jueves, 17 de agosto Juan 6:51
viernes, 18 de agosto Mateo 26:26
sábado, 19 de agosto Juan 6:55
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