En uno de sus discursos sobre los requisitos para el éxito militar, el General Douglas MacArthur puso más énfasis en el conocimiento del enemigo que en ninguna otra cosa. “Cuanto mayor sea nuestro conocimiento del enemigo, mayor es la posibilidad de victoria”, afirmaba. Entonces empezando con Josué y terminando con la derrota del Mariscal Rommel en el Norte de África durante la Segunda Guerra Mundial, debido al buen trabajo del servicio de contraespionaje, MacArthur mostró este principio operando a todo lo largo de la historia militar.
Este principio tiene su paralelo en la guerra espiritual. Cuanto más conocemos a nuestro enemigo, más posibilidades tenemos de victoria. El apóstol Pablo tenía esta verdad en su mente cuando urgía a los creyentes a perdonarse el uno al otro y reconciliarse entre sí “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre vosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Cor. 2:11). Tenemos, pues, que conocer los métodos y estrategias de Satanás si es que queremos ganar en la guerra espiritual.
El enemigo puede atacarnos de muy distintas maneras. Puede hacerlo metiéndonos en componendas doctrinales, por medio del desánimo; de la impureza moral; llevándonos a concentrarnos en metas secundarias; mediante divisiones, etc. Se hace, pues, imperativo recordar constantemente el consejo de Cristo de “velad y orad”.
Paul W. Powell
Lecturas
domingo, 31 de octubre Hechos 13:1-12
lunes, 1ro de noviembre 1 Pedro 5:8
martes, 2 de noviembre 2 Corintios 10:3-6
miércoles, 3 de noviembre Romanos 13:12
jueves, 4 de noviembre Efesios 6:10-13
viernes, 5 de noviembre Gálatas 5:17
sábado, 6 de noviembre 1 Timoteo 6:12
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