LA ESPERANZA
Según la mitología griega, Zeus, el padre de los dioses, dio a Epimeteo como esposa a la bella Pandora. Epimeteo abrió una caja que Pandora había traído consigo y que contenía en su interior los bienes y males de la humanidad. Desde entonces es conocida como la caja de Pandora. Al abrirla salieron de ella los males que aquejan a la humanidad: la mentira, el odio, el adulterio, la venganza, la gula, etc. Pandora horrorizada cerró la caja, pero dentro quedó la esperanza.
Pablo usa este término y afirma con entusiasmo la esperanza cristiana: “para que conozcáis cuál es la esperanza a que os ha llamado’ (Efesios 1:18). Y más adelante presenta la prueba del sentido positivo de dicha esperanza cristiana: “Por gracia sois salvos” (2:5); “porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús” (2:10). Podemos afirmar entonces, que la esperanza cristiana es radicalmente distinta a “la esperanza” de la mayoría de los contemporáneos de Pablo. También es así de distinta respecto de ciertas filosofías contemporáneas nuestras. La esperanza cristiana no es una doctrina de algo abstracto y futuro; es concreto y presente. Se da la mano con la fe que hoy podemos poner en Jesús; se hace evidente en la vivencia de la regeneración del pecado actual; se da la mano con el amor real con el que amamos al prójimo y al hermano en la fe de Jesús (1 Juan 3:14). Un teólogo lo expresa así: “Ya, pero todavía no”. La esperanza cristiana se basa en la gracia de Dios y en la fe en Cristo (Efesios 1:13-14).
Lecturas:
domingo, 28 de septiembre Génesis 50:15-26
lunes, 29 de septiembre 1 Pedro 1:3
martes, 30 de septiembre Salmos 71:5
miércoles, 1ro de octubre Romanos 5:3-5
jueves, 2 de octubre 1 Tesalonicenses 4:13-14
viernes, 3 de octubre Hebreos 10:23
sábado, 4 de octubre Romanos 15:13