UNA ORACIÓN DEL DOMINGO DE RESURRECCIÓN:
“Nuestro Amado Padre”
. . . . . Una vez rompiste las ataduras de la muerte, enviaste a tu Hijo al encuentro de quienes habían sido ordenados por Ti, y les diste ánimo nuevo y fuerzas renovadas.
. . . . . Hoy queremos pedirte que nos permitas encontrarnos contigo en las páginas de tu Libro Sagrado:
Te necesitamos para conocer tu voluntad.
Te necesitamos para vencer las tentaciones y triunfar en las pruebas.
Te necesitamos para andar por el camino correcto y para creer en los ideales mejores.
. . . . . Cuando fueron abiertas las puertas de la tumba que pretendía atrapar a nuestro Redentor, te manifestaste a Saulo, el perseguidor y lo convertiste en Pablo, el misionero, el siervo y el amigo de la Iglesia.
. . . . . Queremos hoy, SEÑOR, que también interceptes nuestra ruta:
Cambia nuestro carácter irritable, ofensivo, enérgico, y llénanos de mansedumbre y valentía para defender tu causa.
Toma nuestra rebeldía desobediente, nuestro rechazo irreverente, y haznos seguidores, obedientes, serviciales y comprometidos.
Borra nuestros temores y nuestra timidez, y transfórmanos en valientes defensores de tu mensaje transformador.
. . . . . Señor amado: ¡Haznos resucitar con tu santo Hijo! ¡Y haz que vivamos esa vida de noble y fiel entrega que vivieron los primeros testigos de la Bendita Resurrección! Por Jesús te lo imploramos… ¡Amén!
(Oportunidad para la reflexión)