¿Quién Dices Tu Que Soy Yo?
A un hombre que no podía leer, y que se ganaba la vida remendando zapatos viejos, le preguntó un ministro arriano, cómo sabía él que Cristo era el Hijo de Dios: pregunta difícil para los hombres no regenerados.
--Señor –contestó--, siento mucho que me haya usted hecho esta pregunta delante de mis hijos, aunque creo que puedo darle una contestación satisfactoria. Pues, señor, cuando comencé a interesarme por mi espíritu, y a entristecerme por causa de mis pecados, acudí a usted pidiéndole su consejo, y usted me dijo que me asociara con otras personas y pasara el tiempo tan alegre como pudiera.
--Es cierto –contestó el ministro impío.
--Seguí su consejo –continuó el remendón sin letras; pero mientras más me divertía, más aumentaba mi miseria. Al fin me persuadieron a que oyera a uno de aquellos ministros evangélicos que vinieron al pueblo predicando a Jesucristo como el Salvador. En la tremenda agonía de mi alma oré a Él, pidiéndole que me salvara y me perdonara mis pecados; y ahora tengo la convicción de que me los ha perdonado por Su gracia; y por esto yo sé que Él es el Hijo de Dios.
Lecturas:
domingo, 11 de agosto Juan 3:1-21
unes, 12 de agosto Efesios 2:1-22
martes, 13 de agosto Colosenses 2:8-15
miércoles, 14 de agosto Juan 1:9-13
jueves, 15 de agosto Ezequiel 36:22-32
viernes, 16 de agosto 1 Pedro 1:3-9
sábado, 17 de agosto Santiago 1:2-18