Durante la ceremonia de matrimonio, cuando un hombre y una mujer están ante el ministro, ante el pastor; son dos personas totalmente independientes, dos vidas distintas. Sin embargo, al final de la ceremonia, son declarados «marido y mujer». ¿Qué quiere decir eso? que desde ese momento, están unidos y ambos llegan a ser «una sola carne». La propiedad de cada individuo se convierte en propiedad de ambos.
No obstante, en nuestra unión matrimonial con Cristo, el glorioso intercambio es mucho mayor. Nuestro pecado y nuestra culpa son imputados a Cristo, y Su perfecta obediencia a la ley y Su sufrimiento por nosotros nos son imputados: lo que es nuestro se convierte en Suyo, y lo que es Suyo se convierte en nuestro. Debido a la unión representativa que compartimos con Cristo, el Padre ya no nos considera pecadores, sino que sólo ve la justicia y la santidad de Cristo.
Lecturas:
DOMINGO, 28 DE ABRIL JUAN 15:5
LUNES, 29 DE ABRIL 1 CORINTIOS 6:17
MARTES, 30 DE ABRIL ROMANOS 6:5-6
MIÉRCOLES, 1RO DE MAYO ROMANOS 8:1
JUEVES, 2 DE MAYO GÁLATAS 2:20
VIERNES, 3 DE MAYO 1 PEDRO 2:4-5
SÁBADO, 4 DE MAYO EFESIOS 5:29-30
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