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Foto del escritorIgl. Presbiteriana Westminster

Una Lección Equitativa




Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”.

Evangelio según San Lucas 14:11


En estos tiempos el término de “equidad” o “equitativo”, según entiendo, está siendo utilizado de manera distorsionada o ha sido sacado de contexto y proporción con el propósito de adelantar o agilizar la agenda de algunos grupos. Pero utilizándolo de manera correcta, con “equidad” nos referimos al hecho de darle o brindarle a cada cual, según su necesidad. Y eso es lo que vemos en capítulo catorce del Evangelio según Lucas al Jesús brindar una lección necesaria en un banquete; tanto a los invitados, como a quien los invitó.

Nos dice el texto, que Jesús fue invitado un día de reposo a comer a casa de un gobernante fariseo y éstos le asechaban. Es decir, lo observaban para ver si cometía algún error para acusarle. Pero no saben que es Jesús quien los observa y viendo su comportamiento, su orgullo, sus aires de superioridad y deseos de reconocimiento y gloria; aprovecha para darles una lección espiritual sobre el reino de Dios y la humildad. Por medio de una parábola les dice que no busquen los primeros lugares, que no se afanen por querer ser vistos y reconocidos en lugares de prominencia; pues actuando de esa manera y queriendo exaltarse ellos mismos, lo que pueden recibir es humillación. Sin embargo, estando el en último lugar, de ahí sólo se puede ir a un lugar mayor. Luego, viendo al anfitrión, también le instruye. Le dice que debe tener el mismo espíritu de humildad que los demás y hacerse uno como ellos. No invitando a quien pueda recompensarle para obtener beneficios terrenales sino todo lo contrario. Dando todo de corazón a quien en realidad necesita.

¿Reconocemos quienes realmente somos? Pecadores e imperfectos. ¿Sabemos que no tenemos ningún mérito por el cual tendremos un lugar preferencial en el Reino de Dios? Sólo por Su gracia, Jesús nos ha llevado del último lugar a un lugar mucho más alto. No hay porqué jactarse ni gloriarse por ello. Por lo tanto, salgamos de nuestra comodidad, seamos humildes y compartamos esta Buena Nueva con quien realmente lo necesite.

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