Min.: Soberano Dios y Padre nuestro, te agradecemos profundamente la bendición que nos concedes de unirnos, por estos medios, para celebrar la más grande de todas las victorias.
Con.: Hoy celebramos, con todos los honores, que éste es el día del Señor.
Min.: Por un tiempo, el imperio de la muerte reinó. Y sólo tu bendita gracia alimentó la esperanza del pueblo que Tú escogiste para ser tuyo.
Con.: Adoramos tu majestad y tu gran misericordia, porque aunque los seres humanos le dimos muerte al Autor de la vida; las tinieblas del sepulcro y las cadenas de la muerte no pudieron retenerlo.
Min.: Los desdichados discípulos y las fieles mujeres que sirvieron al Maestro, llegaron a la tumba esperando encontrarse con el cuerpo inerte de su Maestro.
Con.: Pero allí recibieron la contundente sorpresa de encontrarse con la piedra removida y un sepulcro vacío.
Min.: Gracias, Señor, por la experiencia que tuvieron los primeros testigos de la Resurrección.
Con.: Gracias por los ángeles, mensajeros tuyos; que comunicaron la maravillosa noticia de la Resurrección.
Min.: Gracias, Padre, por el encuentro con el Resucitado. Pero te queremos dar gracias por la mejor noticia:
Con.: El Cristo victorioso subió al Padre, y allí sentado intercede por nosotros. Por lo tanto, no debemos tener temor. ¡Bendito sea tu nombre! ¡Aleluya! ¡Amén!
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