Min.: Padre nuestro, en un día como éste, cuando nos acercaremos a la maravillosa historia del milagro de la resurrección de Lázaro,
Con.: Te pedimos que abras nuestros ojos, nuestros oídos y nuestro entendimiento, de forma tal que podamos asimilar las lecciones que necesitamos recibir.
Min.: Recordamos que en esta historia, tu Hijo y nuestro Señor resucita de la muerte a un amigo suyo, cuyo nombre, (Lázaro), significa “Dios es mi ayuda”.
Con.: Ayúdanos, Señor, a entender de qué maneras tu ayuda siempre nos es provista de formas y medios insospechados.
Min.: Padre amante y soberano, recordamos que Juan nos narra cómo Jesús reaccionó al anuncio relacionado con la enfermedad de su amigo Lázaro.
Con.: Sí, Señor, recordamos que la respuesta de Jesús fue: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Min.: Buen Padre, ayúdanos a entender que nuestra ayuda siempre llega de manera oportuna, aun cuando no venga en el tiempo esperado por nosotros.
Con.: Ayúdanos a esperar siempre en Ti y a creer fielmente que nuestra ayuda eres Tú y ningún otro.
Todos: Por los méritos de JESÚS te lo imploramos. ¡Amén!
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