“¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las Alturas!”
Evangelio según San Marcos 11:9,10
Hace unos cuantos años, escuché a un pastor de una iglesia hermana en Miami compartir una reflexión sobre lo que él consideraba que era uno de nuestros errores más comunes. Decía este pastor, que uno de los errores que con más frecuencia cometemos los latinoamericanos es no querer seguir instrucciones.
Para demostrarlo, relató la historia de un hombre que probó un bizcocho de chocolate riquísimo. Enseguida pidió la receta y fue a su casa a preparar el deseado postre. Allí, cuando no encontraba la totalidad de los ingredientes de la receta, los sustituía por alguna otra cosa parecida. Por ejemplo, sustituyó chocolate por café, yemas de huevo por melocotones y azúcar por sal. Finalmente, como estaba tan ansioso por comerse el postre, en lugar de colocarlo al horno 45 minutos a 350 grados, lo puso 30 minutos a 450 grados. El resultado fue que finalmente el hombre obtuvo cualquier cosa, menos un bizcocho de chocolate, por no seguir instrucciones y cambiar los ingredientes.
Esta reflexión vino a mi memoria mientras examinaba el relato de Marcos sobre la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. La razón para ello es que el texto parece sugerir que Jesús planificó los detalles de aquél histórico evento. Tomemos por ejemplo, las instrucciones que dio a dos de sus discípulos con relación al pollino que tomaría prestado, la ocasión que seleccionó para hacer su última entrada (la fiesta de la Pascua), su consentimiento para ser aclamado (cuando antes mandaba a callar a la gente), etc. Todo ello, nos hace pensar sobre la intencionalidad divina con respecto a cada ingrediente de aquella singular procesión. Les invito, pues, a fijarse en ellos y a aprender las lecciones que Dios tiene que darnos a cada uno de nosotros.
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