Jesús no sanaba por sanar o porque anhelaba la fama y el reconocimiento. ¡Cuando Jesús sanaba, la gente alababa a Dios! Vemos que Él realizó todo tipo de sanaciones: cojos, ciegos, paralíticos, mudos… hubo bastantes ocasiones en las que Él sanó a todos los que vinieron enfermos ante su presencia. Pero Él siempre se aseguró que la gloria fuera para Dios Padre.
Las multitudes que seguían a Jesús no eran “cristianas” o seguidoras comprometidas con Él. Eran todo tipo de personas que vivían en los pueblos. Ellos habían escuchado sobre Jesús y los milagros que Él hacía y corrían hacia Él. Seguro que algunos ya creían que Jesús era especial y deseaban escuchar sus enseñanzas, pero en su mayoría eran paganos. Sin embargo, luego de ver el poder sanador de Jesús en acción «alababan a Dios de Israel».
Da siempre la gloria a Dios por su obrar en tu vida y en tus situaciones. Que tus ojos estén siempre fijos en Dios, en su amor y en su compañía. Fortalece tu fe recordando todo lo que Él ya ha hecho por ti.
Lecturas:
domingo, 11 de abril Lucas 5:17-26
lunes, 12 de abril Mateo 15:29-31
martes, 13 de abril Mateo 14:34-36
miércoles, 14 de abril Jeremías 17:14
jueves, 15 de abril Mateo 4:23-24
viernes, 16 de abril Mateo 9:35-36
sábado, 17 de abril Santiago 5:14-15
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