“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Evangelio según San Juan 3:6, 16
En las olimpiadas de 1992 en Barcelona, participó lo que se conoce como el Equipo de Ensueño del baloncesto en los Estados Unidos de América. Este equipo logró reunir a los mejores jugadores de la liga de baloncesto profesional más rica del mundo, conocida como la NBA. Estrellas de la talla de Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird, entre otros, recibieron el nombre de “Dream Team” o Equipo de Ensueño, el cual engalanó a lo que se conoce como el más grande equipo reunido para unos juegos olímpicos.
Ahora bien, ¿por qué se formó este llamado Equipo de Ensueño? Sucede que hasta la pasada olimpiada, los Estados Unidos habían sido representados por jóvenes estudiantes universitarios. Aunque por años habían logrado dominar con estas representaciones, justamente en la olimpiada anterior, apenas lograron conquistar un tercer lugar. De manera que se decide, entonces, convocar a los mejores jugadores profesionales. Es ahí cuando se forma el Equipo de Ensueño, el cual dominó ampliamente a toda la oposición.
¿Qué les parece si les dijera que hubo un Equipo de Ensueño que fue formado desde mucho antes y con una tarea mucho más trascendental? Nos referimos al “Equipo” formado en la eternidad, con la tarea de hacer posible y segura la salvación del pueblo que Dios escogió para Sí desde antes de la fundación del mundo. Ese Equipo fue formado por el Dios trino y uno: Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Sucede que en el pasaje de Juan 3:1-17 encontramos una muy buena descripción sobre los roles que cada una de las tres Personas de la Trinidad estarían desempeñando en la obra de nuestra salvación. En primer lugar, Dios el Padre nos muestra su amor, al enviarnos a Dios el Hijo a morir por todo aquel que en Él cree; y Dios el Espíritu Santo es quien produce en el creyente el nuevo nacimiento espiritual. Cabe destacar un hecho de extremo valor. ¿Cuál es? La salvación es de Dios. Él asume entera y total responsabilidad por el logro de la misma. De otra forma, la salvación nunca sería segura. Por otro lado, Dios la hace efectiva sólo en aquellos que creen en Jesús, los cuáles nacen de nuevo no por voluntad de carne y sangre sino por la soberana voluntad de Dios. Y es el Espíritu Santo quien obra este nuevo nacimiento, según el sabio, eterno y soberano consejo del mejor Equipo de Ensueño.
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